Reforma Judicial en México: ¿Democracia para la Justicia o Riesgo Institucional?
Entrevista con el Dr. José Antonio Bermúdez Manrique
En un país donde la justicia se ha vuelto sinónimo de lentitud, burocracia y desconfianza, la propuesta de una reforma judicial radical ha sacudido el debate público. ¿Es un avance hacia una justicia más cercana al ciudadano o una puerta abierta a la politización del Poder Judicial? Para responder a estas preguntas, entrevistamos al Dr. José Antonio Bermúdez Manrique, abogado litigante con más de dos décadas de experiencia en el Poder Judicial de la Federación.
I. Una carrera desde las entrañas del sistema
Originario de León, Guanajuato, el Dr. Bermúdez inició su trayectoria como oficial judicial en la Defensoría de Oficio Federal. Ascendió paulatinamente como actuario y secretario de juzgados y tribunales colegiados, y fue testigo directo de las reformas que marcaron hitos en la historia del Poder Judicial. Uno de esos hitos, recuerda, fue cuando se otorgó autonomía presupuestaria a los tribunales, permitiendo una expansión institucional sin precedentes.
Pero no todo era justicia: también vivió los excesos del sistema, como la carga de trabajo desmedida y condiciones laborales que rayaban en la explotación. "El mismo Poder Judicial que defendía los derechos humanos, los violaba al interior con jornadas laborales sin horario de salida", señala.
II. El cambio desde afuera: del estrado al litigio
Tras más de una década fuera del servicio público, Bermúdez ejerce como abogado litigante especializado en derecho constitucional, fiscal y administrativo. Desde esta perspectiva externa, ofrece una mirada crítica pero equilibrada sobre la reforma impulsada por el actual gobierno, que plantea elegir a jueces, magistrados y ministros mediante voto popular.
La reforma, afirma, responde a un clamor social genuino por una justicia más eficiente y cercana. "Hay juicios laborales que duran siete años. En ese tiempo, muchos clientes mueren sin ver una resolución", dice. Sin embargo, también advierte que esta propuesta representa una transformación profunda cuyos resultados son aún inciertos.
III. Votar jueces: ¿democracia o populismo judicial?
Uno de los elementos más polémicos de la reforma es la elección directa de juzgadores. ¿Está preparado el ciudadano común para elegir entre perfiles jurídicos técnicos? Bermúdez es realista: “Ni siquiera los abogados conocemos a muchos de los candidatos. ¿Cómo se va a elegir a quien no se conoce?”.
A pesar de ello, reconoce un valor democrático en el ejercicio. “Por primera vez, el pueblo tendrá voz sobre quién los juzga. Eso es inédito en nuestra historia”, señala. El desafío, entonces, no es solo participar, sino informarse.
IV. El riesgo de la politización y los huecos del sistema
Bermúdez enfatiza los riesgos de la elección: desde la falta de transparencia en el conteo de votos —que no se realizará en las casillas, sino en oficinas del INE sin cadena de custodia— hasta la presencia de candidatos con antecedentes penales o expedientes judiciales. “Eso debilita el principio de honorabilidad que debería regir estos cargos”, advierte.
Además, el número de aspirantes es desbordante: 64 candidatos para la Suprema Corte. “Ni los litigantes sabemos quiénes son. Imaginen el resto de la población”. El riesgo de decisiones guiadas por simpatía y no por capacidad técnica es latente.
V. Implicaciones para los negocios y la seguridad jurídica
Desde la óptica empresarial, la reforma podría tener consecuencias serias. Una justicia impredecible o politizada podría minar la confianza de inversionistas. “Algunas voces ya alertan que se enviará al extranjero la señal de que en México no hay justicia. Eso es peligroso”, afirma.
No obstante, matiza: aún no se ha visto una fuga de capitales, y muchas de las preocupaciones se deben más a la percepción de corrupción histórica que a efectos tangibles inmediatos. “El problema no es solo judicial. Es estructural y multifactorial: involucra a fiscalías, policías y cultura cívica”.
VI. ¿Qué sí debe reformarse?
Lejos de una crítica estéril, el Dr. Bermúdez propone una visión constructiva: urge una reforma que garantice justicia pronta, sin sacrificar imparcialidad ni preparación técnica. Aplaude medidas como la creación del Tribunal de Disciplina Judicial y los plazos obligatorios para resolver amparos. También destaca la importancia de sentencias con lenguaje claro y accesible.
“Queremos una justicia más rápida, aunque técnicamente no sea perfecta. Ya habrá otras instancias que corrijan. Pero una sentencia que llega tarde, no sirve”, sentencia.
VII. El mensaje final: neuroplasticidad cívica
Ante los temores generalizados, Bermúdez llama a una reflexión sensata. “Los cambios generan posibilidades. Esta es una aventura democrática que debemos enfrentar con criticidad, pero también con participación”.
Confiar en las nuevas generaciones, mejorar los procesos de selección y mantener la vigilancia ciudadana son, para él, las claves. “Si hay errores, tenemos la opción de corregirlos. Lo importante es que el sistema evolucione”.
Conclusión
La entrevista con el Dr. José Antonio Bermúdez Manrique revela una postura informada, mesurada y profundamente comprometida con el futuro del sistema judicial mexicano. Ni apología ni catastrofismo: se trata de comprender que una reforma de esta magnitud no debe abordarse con prejuicios ni con ingenuidad, sino con responsabilidad.
La elección del 1 de junio no solo decidirá cargos; será una prueba de madurez democrática. Empresarios, ciudadanos y líderes sociales deben informarse, participar y exigir transparencia. Porque el verdadero poder de la justicia no está solo en las urnas, sino en la vigilancia activa de quienes la imparten.
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